La piel es uno de los órganos más importantes y delicados de nuestro cuerpo, pues se encarga de protegernos de las posibles agresiones a las que nos encontramos expuestas. Factores como el clima, cambios de temperatura, humedad, contaminación, alimentación, estrés, entre otros, pueden alterar el equilibrio de la piel y favorecer a su resequedad, provocando la aparición de manchas, arrugas, flacidez y otros problemas en nuestro rostro.

Para hidratar la piel adecuadamente, podemos recurrir a dos métodos distintos: hidratación interna e hidratación externa.

Para procurar la hidratación de nuestra piel de forma interna debemos llevar una dieta saludable y muy equilibrada que nos aporte vitaminas y nutrientes, así como beber 8 vasos de agua al día o lo equivalente a 2 litros de agua. Según los expertos, seguir una dieta balanceada a base de “grasas buenas” ayuda a producir más lípidos para mantener las células de la epidermis unida.

La hidratación facial superficial o externa debemos hacerla todos los días mediante el uso de productos especiales para nuestro rostro.

Lo ideal es aplicarlos luego de habernos desmaquillado y aplicado un jabón limpiador facial. Este producto debe ser cremoso y contener activos hidratante como hidrolizados de colágeno y elastina o extractos de áloe, para que puedan ayudar a mantener la humedad en la piel.

Las máscaras faciales hidratantes están formuladas con ingredientes que hidratan la piel o mejoran el funcionamiento de la barrera de humedad de la piel. Todos los tipos de piel pueden beneficiarse de los efectos de las mascarillas hidratantes, ya que cualquier tipo de piel puede secarse y deshidratarse a veces.